CAPÍTULO 1

LA TÉCNICA DE LA HOJA EN BLANCO

Para comenzar, me gustaría compartir contigo una historia protagonizada por un comerciante y su maestro:

“Un cálido día, en el centro del ágora de la antigua ciudad de Atenas, un joven comerciante de vasijas de barro se acerca a un anciano mercader que se encontraba observando a la gente pasar:

—Maestro — se pronunció el joven muchacho —estoy frustrado. Trabajo duro todos los días, me despierto todas las mañanas con la salida del sol, me acuesto cuando ya no hay luz, atiendo amablemente a las personas que se acercan a mi negocio…, pero no consigo ganar más monedas de oro de las que gasto cada mes. ¿Qué puedo hacer para mejorar esta situación? ¿Cómo puedo actuar para salir adelante?

El maestro le observó con una mirada serena y le respondió:

—Antes de contestarte, necesito que vayas a tu casa y reflexiones con el mayor lujo de detalles sobre estas tres cuestiones:

1. ¿Qué deseas conseguir con tu negocio?,

2. ¿Cuáles son los frutos que esperas alcanzar?

3. ¿Hasta dónde quieres llegar pasado un año?.

Dentro de dos días, vuelve a buscarme a esta plaza y seguiremos hablando.

Pasado el tiempo marcado por el anciano, el joven volvió a reunirse con él, en el mismo lugar, se acercó y le dijo:

—Maestro, ya lo tengo, sé lo que quiero conseguir, los frutos que quiero obtener y dónde quiero verme dentro de un año.

A lo que el maestro le respondió:

—¡Fantástico! Ahora toma este pergamino y escribe con detalle todo lo que has meditado.

El muchacho comenzó a escribir el número de monedas de oro que quería tener cada mes con la venta de sus vasijas, el número de ayudantes que quería tener, el número de negocios que abriría con el beneficio de esas ventas, los productos de importación que añadiría a su comercio y por último, cómo mejoraría todo esto su reputación con otros comerciantes que querrían hacer negocios con él. Una vez terminado el ejercicio, alzó su voz con entusiasmo:

—¡Ya lo tengo maestro, aquí tiene! —le dijo al anciano, mostrándole el pergamino.

El maestro, en lugar de coger el pergamino, le dijo:

—Muy bien, ahora dale la vuelta y por la parte de atrás redacta, también con todo lujo de detalles, el tipo de persona que podría llevar un negocio como el que has descrito.

El comerciante siguió sus indicaciones detallando cómo sería una persona a cargo de un comercio de ese tipo. Así que, comenzó a escribir: “Es una persona planificada, que controla los gastos y los ingresos, que sabe invertir sus beneficios, que sabe vender y atender a sus clientes, que trae los mejores materiales, sabe gestionar un conflicto y tener motivados a sus ayudantes…”. Y continuó redactando una larga lista de cualidades que una persona con esas ambiciones debería tener.

Terminado el ejercicio, el mercader volvió a llamar la atención del maestro y exclamó:

—¡Lo tengo!

—Levántate— dijo el maestro después de escuchar al joven —Ahora lee lo que has escrito en la parte trasera del pergamino y dime si tú, en este momento, eres ese tipo de comerciante capaz de generar toda esa riqueza.

El comerciante se quedó pensando un instante y, mostrando menos entusiasmo que antes, dijo:

—No maestro, no soy ese tipo persona.

—No te preocupes —le dijo el anciano, al ver el gesto de preocupación del joven—Ahora tan solo tienes que convertirte en ese tipo de persona para estar a la altura de lo que quieres conseguir.

Lo que esta fábula viene a transmitir es la esencia y el contenido inicial de este libro. En primer lugar, definiremos un propósito y unos objetivos claros que queremos cumplir y después, a través de un trabajo de introspección y estratégico, trabajaremos para que te conviertas en la persona capaz de conseguirlos.

He tenido la oportunidad de poner en práctica esta metodología con más de 50 personas.

¿Comenzamos?