El próximo 15 de septiembre cumplo 15 años como emprendedor, tiempo que me ha proporcionado muchas experiencias, unas muy buenas, otras no tanto, pero de todas ellas siempre he aprendido algo.  

Cuando era joven (más que ahora), quería estudiar Bellas Artes. Siempre me ha gustado mucho dibujar y pensé que esa sería la carrera más adecuada para mí. Pero, a los 18 años, en mi último año de instituto, me encontré con un folleto que publicitaba cursos de formación de diseño gráfico, algo que ni siquiera sabía lo que era. Lo descubrí precisamente con esa publicidad, y cuando descubrí que consistía en dibujar y pasar los gráficos al ordenador para retocarlos con photoshop, me pareció alucinante. Dibujar y ordenadores, las dos cosas que más me gustaban. 

Así que, al terminar el instituto, estudié dos años de diseño gráfico y luego un máster en multimedia. Empecé a hacer prácticas en una empresa pequeña, donde inicié mi carrera profesional. Era una agencia discreta donde me encargaba del diseño y maquetación Web. Por aquel entonces, trabajábamos con dispositivos CD Rom interactivos, empezamos a crear las primeras páginas Web, maquetadas con un editor de html, así “a pelo”. 

Pero al poco  tiempo, quise más, quería crecer. El sueldo era bastante bajo, aunque ese no fue lo único que despertó mi ambición. Lo más desmotivador era la falta de reconocimiento positivo, existían más críticas por lo que no salía bien que una valoración por lo que se conseguía. Y empecé a sentir la frustración.

En aquel momento, me encontré con una lectura que activó algo en mi interior. Dicen que los libros tienen un poder especial y por eso son ellos los que se encargan de encontrarte a ti, y no al revés. Con el libro “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”, de Dale Carnegie, me pasó algo así. Llegó a mis manos en el mejor momento. Es un libro de emprendimiento que habla de diferentes valores a la hora de encarar un nuevo proyecto, de cómo afrontar la venta, de la necesidad de conocer a la otra persona. 

Me pareció espectacular, y no sólo por las enseñanzas que divulga, sino porque a mí me sirvió para reconocer lo que quería hacer en mi vida: tener mi propia agencia de publicidad y diseño gráfico. 

 Ese fue el momento en el que decidí emprender. Tenía 24 años recién cumplidos cuando hice mi primera inversión: me compré un ordenador e inicié mi primer negocio desde casa de mi madre. 

No me costó mucho conseguir los primeros clientes a quienes hacer el diseño de una Web y ofrecer mis servicios como diseñador gráfico. Eso era fácil. Lo más complicado era hacer entender a la gente qué era Internet y para qué servía una página Web. Aquel era el principal reto. 

Uso mi perfil de Instagram a modo de punto de anclaje con momentos importantes en mi vida. Comparto aprendizajes, logros, hitos y experiencias relevantes. Date un paseo por mis recuerdos 😉

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